sábado, abril 19, 2008

La florida vida –a veces no– de Aurora

Aurora creció lejos de espejismos voluntarios del ejército de sus miedos. Saboreó sus derrotas tras largos días de amargor, mientras el dulce aguardaba más cerca que lejos de sus manos. Malinterpretó, se mintió y sus raíces hicieron que el árbol de de su vida se arropara en húmedas paredes angostas cual enredadera perdida en campos de aguas tranquilas.

Fue así como su diagnóstico de abracarse a lo ajeno por lo real e intenso dolor que le hacía perecer, era la única solución a plazo corto de aferrarse a sentirse viva dentro de su hastiada vida.

Sin embargo nunca perdió el norte, ni sus brazos ni si quiera la vida.

Niña normal que usaba de escafandra sus gafas empañas cuando quería meterse en sus adentros cuando escasos metros de ellas había visiones que le martilleaban el cerebro.

A cruzar los dedos cuando mentía, a plagarse la falda cuando se sentaba, a lavar sus gafas destartaladas. A empañar sus gafas cuando el amor la traicionaba.

Así era Aurora, niña que creció cerca de espejismos de la dictadura de sus miedos

Rebelde en la adolescencia, carita que mutaba dentro de su capullo de seda. Inquieta, estudiante aunque tenía tiempo para sí de a veces presumir de vagueza y ataviada con nuevas gafas sin el truco de la escafandra y con el corazón floreciendo en total ebullición sobre amores y desamores algunos ocultos, otros escritos en mil pupitres.

Se sentía indefensa, arrugada a pesar de su hermosa piel, cansada y sin planchar.

La mariposa creció y creció y creció…

Los hombres acudían como zánganos mientras ella revoloteaba en tormentas, días de sol e incluso en días de niebla. La soledad tenía forma de hombre.

-¿Quién sería el que hizo hacer ese nombre femenino?

Se preguntaba una y otra vez cuando sus alas se mojaban por algo más que la lluvia. Tan acompañada, tan sola…

Oculta de mil demonios permaneció en el refugio de sus libros, de su mente inquieta que fue la fuente de sus prejuicios, de sus miedos y de la búsqueda continua de salir a la calle sin escafandra mas sus lentillas ya no le servían.

Explosionó de vida sin que nadie se lo dijera, sembró semillas en sus entrañas, plantó gladiolos en los humedales que un día fueron las cuencas de sus ojos. Abrió ventanas y portó la luz quemando sus enredaderas y puso rectitud al crecimiento de su vida.

Aurora creció como mujer lejos de eufemismos y cerca de los suyos.


Y sembró vida lejos de la suya.

4 comentarios:

Roxana dijo...

impresionante retrato... me acuerda a mi aurora, que escogió el otro mundo...
desafortunada coincidencia leer tu texto hoy... aún me tiemblan las manos...

Black Swan dijo...

Muchas gracias, y nunca es tarde para cambiar de mundos. Aurora creo que lo consiguió.

Roxana dijo...

no creo... a veces el viaje es irreversible.

mujerpez dijo...

Vaya..no sabía q había tantas Auroras,yo también tengo una....aunque me gustó más la tuya...una vez más un placer leerte y q coincidencia tb...