martes, noviembre 21, 2006

Corrientes circulares en el tiempo

Una vez, si mal no recuerdo,
me tenías en la punta de los dedos.
Las secuelas de los viejos días
estarán conmigo el resto de mi vida.

Me quedé dormido un momento
y los valles se cambiaron por desiertos
por obra y gracia de El que controla el firmamento,
El que decide que ande perdido en corrientes circulares en el tiempo,
El que transforma los diamantes en quejidos y lamentos,
El que se encarga de que salgas y que yo me quede dentro.

Asustado, sintiéndome enfermo,
como una temporada en el infierno.
Intentando ver una salida,
encontrando más problemas todavía.

Todo esto que jamás podré comprender,
lo que obtuve a cambio de intentar hacerlo bien.
Eso no es para mí, quiero mi parte de lo bueno.
Quiero que estés aquí, quiero tenerte dando vueltas a mi lado todo el tiempo,
en nueve órbitas concéntricas y yo estar en el centro.
Será mucho pedir, pero es lo menos que merezco.



Los Planetas - Corrientes circulares en el tiempo

viernes, noviembre 17, 2006

En noviembre también puede ser primavera

Es increíble como aquella planta que abarca una pequeña parcela de mi ancho corazón va creciendo con los años, va madurando y crea cada vez unos frutos con los jugos más embriagadores que te puedes llevar al paladar.

El tiempo pasa y la época de floración me regala un pétalo tan cálido como tus mejillas.
El polen que da tu flor atrae a los más diversos insectos que ayudan a crear más vida mucho más allá de mi parcela y la tuya, en una explosión de vida tan exacta, como la circunferencia de tus aros que penden de ti.

Creces y las épocas en las que tus flores se marchitan, siempre queda la esperanza del nuevo brote, de los días claros sin nubes oscuras que no traen lluvias, sino más que lágrimas.

Mientras tanto, yo te pondré cada día un poquito de abono aunque alguna vez se me vaya la mano con la dosis, aunque quiera que vuelvas a florecer tan rápido como mis ansias de verte danzar en abril.

Intentaremos que sea primavera en noviembre, agua no nos falta.

Y luz: la tuya.

Dedicado a una niña que ya se me hace mujer. Besos, mi pequeña.

domingo, noviembre 12, 2006

Nebulosas atormentadas II

Noté como tus rayos me atravesaban.
Me giré de golpe para contrarrestarlos con mi mirada.
Cuatro segundos exactos de batalla con rayos cruzados en el supermercado.
Después de evacuar nuestra nave en diferentes cápsulas de emergencia, terminamos en el mismo planeta.
Ahora me tocará buscarme otra galaxia y otro supermercado.

Mierda…

lunes, noviembre 06, 2006

Nebulosas atormentadas

Nos amábamos tanto, que no nos dimos cuenta de que los asteroides rompieron el fuselaje.
Se nos cayeron todos los sueños que guardamos por vivir en nuestro propio universo.
Un universo con galaxias rotando sobre el eje de nuestro sexo.

Los electrones de nuestro vello, los neutrones de nuestros miedos.
La supernova que creamos esa noche en un sofá desguazado.
Descendiendo más y más por el agujero negro de tus celos.
Nebulosa oscura que dejamos en un cojín de tapizado.

Cerramos la puerta de nuestra nave y nos lanzamos al hiperespacio.
Con sueños comunes y ninguno paralelos.

Sobrepasando el punto de no retorno y sin combustible.

miércoles, noviembre 01, 2006

Subidas y bajadas

El ruido que llegaba hasta el portal de tu casa era como si un pelotón de las fuerzas armadas bajaran las escaleras en pleno zafarrancho de combate.
Las bajabas sin apenas mirar los escalones, saltando los dos o quizás los tres últimos. Deslizando tu mano sobre la barandilla sonando a final de copa de baloncesto.

Por fin llegó él, sin que tú esperaras este encuentro y menos que fuera a buscarte a la puerta de tu casa, mucho menos que te tocara el timbre y la casualidad quisiera que te pusieras tú al interfono.

Se te volcó el corazón derramando esas historias creadas con él y que jamás pensabas que hubieran salido de tu cuarto, en el comodín de tu entrada manchando las llaves de sueños.

Al final de los escalones estaba él apoyado en la pared mirando al exterior contemplando los coches pasar tan aprisa como tu bajada de las escaleras, o de tu nube.

Se giró al ver que cesaron los estruendos de tus pies, abriendo los brazos y extendiendo las palmas de sus manos para llamarte sin hablar, para que recibieras ese abrazo que tanto esperabas, tu recompensa tras meses de soledad compartida con aquél hombre que apenas cambiaba de facciones en su rostro hasta que sonreía, y te derretías en tu cuarto.

Te lanzastes tan fuerte que tuvo que absorber tu impacto retrocediendo un pie dándole más apoyo y entonces él te giraba, os reíais con acompañamiento de lágrimas.

El tiempo pasó, las escaleras se quedaron pequeñas, las barandillas ya no gritaban y él se fue como esos coches que pasan por la puerta de tu portal. Sin apenas adivinar su marca ni modelo, pero sí su color.

Y su olor…

Quizá algún día toque de nuevo tu timbre y vuelvas a darle vida a tu cuarto, a la entrada y su comodín, a las escaleras, a la barandilla y a tu corazón.