domingo, octubre 26, 2008

A la sombra de tu pecho

No hay nada comparado como el dormir en la sombra de tu pecho

Quizá el primer torrente que baña la ladera cuando las lluvias tientan a la soledad

Quizás esos ojos del recién nacido que mira a la madre reflejando el brillo de la vida

Quizá el despertar de los domingos a medio día con olor a tostadas y el gruñido del exprimidor

Quizá el horizonte, que acuna al sol dormido sobre las laderas


Quizá no haya nada mejor que tus senos acolchando mi mejilla, mi frente y mis miedos

domingo, octubre 12, 2008

Otoño por siempre




El parque cambia de color. Los verdes sólo existen en las fachadas de los pisos que le hacen chaflán. Los grises, los árboles deshojados y los columpios solitarios, predominan a su merced.

Y yo me pregunto si nosotros también.

Porque caminando contigo, me mienten tus verdades y me gritan tus silencios.
Arrastradas mientras tanto, el aire a las hojas hasta elevarlas sobre nuestras rodillas.

Hablo, y converso contigo o con los restos de antaño.

No sé si lo que pienso fue algo idealizado, enamorado de un pequeño atisbo de sol en mis largos otoños, o si en realidad fuiste caldera que ahora decora un rincón.

Las hojas ahora son mancilladas por tus zapatos, haciéndolas agujerear y pegarlas a ti.

-¡Viento, libérame!

La hoja espetó.

-¡Viento, libérame!


Grité yo.

domingo, octubre 05, 2008

La realidad

Acostumbrado a escapar de la realidad,
perdí el sentido del camino,
y envejecí cien años más de tanto andar
perdido.

Y me busco en la memoria el rincón
donde perdí la razón,
y la encuentro donde se me perdió
cuando dijiste que no.

Me hice un barquito de papel para irte a ver,
se hundió por culpa del rocío.

No me preguntes cómo vamos a cruzar el río.

Y rebusco en la memoria el rincón
donde perdí la razón,
y la encuentro donde se me perdió
cuando dijiste que no.

Sin ser, me vuelvo duro como una roca
si no puedo acercarme ni oír
los versos que me dicta esa boca.

Y ahora que ya no hay nada, ni dar
la parte de dar que a mí me toca,
por eso no he dejado de andar:

Buscando mi destino,
viviendo en diferido
sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido
quisiera hablar contigo,
y así sintonizar.

Para contarte
que quisiera ser un perro y olisquearte.

Vivir como animal que no se altera
tumbado al sol lamiéndose la breva.

Sin la necesidad de preguntarse
si vengativos dioses nos condenarán.

Si por Tutatis
el cielo sobre nuestras cabezas caerá.

Buscando mi destino,
viviendo en diferido
sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido
quisiera hablar contigo,
y así sintonizar.


Extremoduro - Cuarto movimiento: La realidad