No hay nada comparado como el dormir en la sombra de tu pecho
Quizá el primer torrente que baña la ladera cuando las lluvias tientan a la soledad
Quizás esos ojos del recién nacido que mira a la madre reflejando el brillo de la vida
Quizá el despertar de los domingos a medio día con olor a tostadas y el gruñido del exprimidor
Quizá el horizonte, que acuna al sol dormido sobre las laderas
Quizá no haya nada mejor que tus senos acolchando mi mejilla, mi frente y mis miedos
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