
El parque cambia de color. Los verdes sólo existen en las fachadas de los pisos que le hacen chaflán. Los grises, los árboles deshojados y los columpios solitarios, predominan a su merced.
Y yo me pregunto si nosotros también.
Porque caminando contigo, me mienten tus verdades y me gritan tus silencios.
Arrastradas mientras tanto, el aire a las hojas hasta elevarlas sobre nuestras rodillas.
Hablo, y converso contigo o con los restos de antaño.
No sé si lo que pienso fue algo idealizado, enamorado de un pequeño atisbo de sol en mis largos otoños, o si en realidad fuiste caldera que ahora decora un rincón.
Las hojas ahora son mancilladas por tus zapatos, haciéndolas agujerear y pegarlas a ti.
-¡Viento, libérame!
La hoja espetó.
-¡Viento, libérame!
Grité yo.
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