domingo, diciembre 10, 2006

Barras de bar, vertederos de amor

Me gustaría saber a donde llevan la basura de aquél pub. Supongo que los corazones rotos no se venden a un alto valor en el mercado, y menos que estén rotos y lastimaros.
La culpa de nuestra ingenuidad, de nuestra facilidad de… bueno, nuestra necesidad de amar, y que nos den un poquito aunque sea menos de lo que nosotros podemos dar.

La de historias que sé de gente muerta por culpa de perder el corazón en la barra de un bar, la de historias que sé de camareras que sin querer, son unas torpes, y por una simple palabras de más, una mirada rápida en tono malinterpretado –a veces esconden algo más que “trabajo”-, propinar con una conversación el buen gesto del cliente y su educación y un largo etcétera, han dejado caer más que casquería por el suelo, con la fragilidad que allí muchos ya llegan… Que regalen camisas al entrar en los bares con el logo de “Muy Frágil” y detrás el signo del paraguas, y si me pongo exigente, que pongan una flechita hacia arriba, por si perdemos el equilibrio.

Muchas historias de gente encontrada, de reencuentros, de gente que la casualidad – ¿alguno cree en el destino? – ha hecho compartir el mismo espacio con sus manos, simplemente al pagar quizá, cuando la música amortiguaba el ruido de las monedas sobre la barra. Cuando entonces entra la canción “Insurrección” y se deja de observar las botellas del fondo de la barra como el que busca una solución en un cartel de anuncios a la soledad. Buscan a alguien, y se encuentran. Algunas veces van más allá de los bailes en la pista, algunas veces ya no se encuentran y se olvida. Pero el alcohol es muy cabrón, y una vez que vuelven a caer los cubitos en la copa, el corazón se resiente y empieza a recordar. Vuelves a mirar las botellas y que empiece de una puta vez esa jodida canción.


El Ultimo De La Fila - Insurrección

¿Dónde estabas entonces cuando tanto te necesité?
Nadie es mejor que nadie pero tú creíste vencer.
Si lloré ante tu puerta de nada sirvió.
Barras de bar, vertederos de amor...
Os enseñé mi trocito peor.
Retales de mi vida,
fotos a contraluz.
Me siento hoy como un halcón
herido por las flechas de la incertidumbre.
Me corto el pelo una y otra vez.
Me quiero defender.
Dame mi alma y déjame en paz.
Quiero intentar no volver a caer.
Pequeñas tretas para continuar en la brecha.
Me siento hoy como un halcón
llamado a las filas de la insurrección.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso me recordó un verano de hace años cuando en un cafe me tope con algunos extraños y sus miradas perdidas. Un suave jazz rondó el ambiente, quizá fuese Coltrane...

Black Swan dijo...

La magia de la melancolía mezclado con alcohol, hacen los sueños tan densos como el humo del tabaco.

Anónimo dijo...

Hola. Gracias por tu última visita y tu comentario.

Por cierto, tuve problemas con mi cuenta de Blogger/Google por lo que me vi obligada a eliminarla y reiniciar mi espacio.

Esta es mi nueva dirección:
http://lolegible.blogspot.com

Anónimo dijo...

me acabo de topar con este poema el cual me ha llenado de sentimientos retrospectivos llenos de melancolias, felicito al autor por su expresividad que aunque me dejo pideiendo no quita la belleza de su sentimentalidad.
att. m13