lunes, diciembre 25, 2006

Confesiones para el hombre que descendió de la chimenea

Otro año más en el mismo sitio, otro año más evaporado.
Cortezas de naranja en las brasas, aroma a un recuerdo.

Quizá es lo único que me queda, recopilar olores.
Abanicos de fragancias que vienen en un instante concreto, y recuerdas a alguien.
La nostalgia del humo, al calor de una llama.

Las manos agrietadas golpean la nuez.
Las cáscaras usadas como barquitos.
Con los años la nuez me partió a mí y rumbo a la deriva.

Aún te espero como todos los años con el mismo semblante.
Un rostro ocultando lo descompuesto, una boca rotulando esperanza.
El corrector del miedo, blanco tachón sobre un recuerdo.

¿Qué me traen esta vez tus renos?

¿Caminos hacia el reencuentro o nebulosas disipadas?

Tienes tu recompensa sobre la mesa, un músculo que ya no late.
Palabras desaliñadas que le penden con el acento oxidado.

Te apagué la lumbre, como siempre.

Para que desciendas mejor, o tal vez para que sientas el mismo frío que siento yo.

Si decides volver, tráeme algo más que naranjas.

Deja que me pelen mi piel y la tiren en alguna brasa.

Déjame arder en el calor de algún juego de brazos y sin humo mas que se escape de algún aliento.

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