miércoles, marzo 22, 2006

Bombillas de frigorífico

Mi pequeña, siempre abrazándome a deshoras retorciéndote sobre el colchón.

Mi vida, que tú me la robastes y que ahora compartimos en cada rincón.

Dónde me dejastes así?

Dónde me tocó esa barita invisible que mueves y agitas a los corazones de los hombres?

Con un chasquido de dedos, apagas la luz de mis ojos, y hasta el Sol se pierde antes por el horizonte.

Qué esperas de mi ahora, mi amor?

Tú me lo quitastes todo, y ya no tengo nada que entregarte, si te bastara con una sonrisa mía, con una mueca, o con un cucar de ojos, no me importaría irme de ti con las manos vacías.

Y es lo que hace que se congele todo, cuando te miras a las manos, y las tienes vacías, que tus caricias se pegan en una piel que absorbe la poca vida que te queda.
Cuando lo no material que te llenaba, se transforma en escarcha de Enero, cuando los besos ya no se confunden con versos.

Cuando tú ya no tienes nada más que robar, entonces, te fijas en el interruptor, lo apagas y sales cerrando con llave.

Y me quedo aquí esperando, como una luz de una nevera, esperando a que me abran puertas, a descongelarme, a encenderme de nuevo y a no morir.

2 comentarios:

Emma was an angel dijo...

No, si tu lo tienes todo adentro.. hasta la fueste de poder.. el breker que ella baja a su gusto.. NO..
Black dove.

Black Swan dijo...

No hay culpables ni va dirigido a nadie.

Es solamente de que uno se cansa de ser un producto precocinado y ultracongelado, embasado en una cajita y pasar meses y meses a la espera de ser consumido, para después cocinarme a fuego lento y tirar las sobras a la basura.

Se acabó.

P.D: Gracias, Emma.
Besos.