martes, marzo 07, 2006

Como un complemento de una Barbie

Supongo que muchos lectores y algunos que me conocen de tiempo, se crearán una imagen un poco tiznada de negro, como mis trapos, como mi vista perdida que tengo a veces pensando en cosas que las debería imaginar en la cama, que despierto y mis labios van dibujando un poco de felicidad en mi sonrisa cuando levanto mi edredón y veo que aún anda ronroneando mi gata entre mi regazo.

Quizá sea mi papel que decidí tomar hace ya un tiempo, no sé si como un guión prematuro para un artista que anda desesperado de salir de la nada, para encontrarse con otra nada camuflada por luces de neon, y dinero para desperdiciar más su vida.

O a lo mejor es por una decisión que yo no decidí tomarla, me señaló una tal melancolía con el dedo, y como enamoradizo que soy de las muchachas con ojos tristes, me quise encerrar con ella varios años ya en un lugar que pocas veces abandono, a no ser que alguien me de un par de hostias virtuales( a veces no lo son…), y vuelva a ser yo.

Desde hace un tiempo, decidí jugar con una muñeca, vestirla cuando la escucho y me cuenta sus historias.

Sacarla a pasear con mi coche de Ken, cuando veo que necesita que la animen.

Incluso comprarle de vez en cuando un vestidito de esos que tanto le gusta a ella, que se pone con un solo velcro , cuando pasa frío y quiero darle calor.

Todo esto no sucedería si ella en su día no me hubiera comprado la casa de Ken, para resguardarme de mis historias.

Si no me hubiera comprado ese trajecito ajustado de color azul, para cambiar esa sucia manía que tengo de manchar todo en lejía y volver a tintarlo en negro.

Si no me hubiera comprado un walkman de plástico, para recordarme todos los días que la tengo a mi lado, se acaben las pilas, o no.

Qué bonita es la vida cuando todo se corresponde, aunque sea una amistad, aunque sólo sean más que palabras, porque las palabras, depende de donde salgan y de quien, pesan demasiado para que se las lleve el viento.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado juan, un 10. Para cuando a mi?

Anónimo dijo...

Barbie aprendió a no fiarse de las primeras apariencias y a no hacer caso de lo que le decían los demás. Algunos decían que era muy cría todavía, mientras que otros la tildaban de ilusa. En cambio ella era feliz soñando. Aunque la mayoría de las veces solo encontraba rocas bajo la tierra, ella no cesó en su empeño por hallar el tesoro escondido.

No, ese tesoro no era el piso de Ken, ni su caravana de última generación. Tampoco eran sus modelos de Versace, ni los perfumes caros de Chanel. Ni siquiera lo era aquella casita en la playa tan acogedora. Para ella, un tesoro era mucho más: era, por ejemplo, ver que el sol seguía brilando con la misma intensidad incluso bajo el más oscuro de los nubarrones.

Un tesoro era descubrir que aún existe gente distinta, gente BUENA. Gente capaz de darlo todo en un gesto, en una palabra y, lo mejor de todo, hacerlo a cambio de nada. Gente como tú.

Parece ser que, por esta vez, Barbie se salió con la suya y encontró el tesoro...

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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