Las puertas se abrieron a destiempo.
En el momento justo en el que pudieron salvar mi vida del gran golpe.
Tus puertas fueron selladas por tu mente y abiertas por tu oportuna conciencia.
Quizá te remordía demasiado o quisiste quedar bien.
Ya no lo sé…
Pero llegas tarde, ahora mi enfermera me besa las heridas y me ata las cordoneras.
Hospital del tiempo en la calle de los lisiados, donde las ortopedias ensamblan nuevos corazones, donde las enfermeras de nuevo los roban y nos hacen creer que son de prestado.
El negocio de Cupido se convierte en monopolio lleno de prestamistas, hipotecas y burbujas idiosincrasias a punto de explotar.
Seguiremos en rehabilitación por un tiempo más y que me enseñen a abrir las puertas antes de entrar.
2 comentarios:
jejejeje, la frase final... siempre la frase final!...es como la caja de Pandora pero al revés, nos invade la desesperanza...
jajajaja, cuanta razón tienes.
Me encanta eso de: "es como la caja de Pandora pero al revés, nos invade la desesperanza..."
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