jueves, julio 20, 2006

Las inquietudes de la soledad

Lo que más me gustaba hacer, era acariciarte tus labios con los dedos.
Era como hallar la respuesta de donde anduve perdido segundos antes.
Entre torbellinos de lenguas y cascadas de saliva.
Dedos contra dedos en una batalla campal en la palma de nuestras manos.
Daños colaterales de corazones ardiendo.

¿Por qué quisimos desguazar nuestro amor sin kilómetros ni rodaje?

¿Por qué las bifurcaciones de la vida nos llevaron a distintos destinos oscuros?

Ahora sólo nos queda el silencio, con miedo a preguntar. Por miedo a las respuestas o por no tenerlas.

Solamente nos preguntamos por dentro.

Y yo sólo me conformo porque me vuelvas a mirar como antes, aunque exista el silencio.

Nuestros dedos hablarán de nuevo por nosotros.

3 comentarios:

Siboney dijo...

Si todavía pueden, tienen lenguas los dedos, para que más palabras.

Si todavía en frente encuentras un brazo de un cuerpo con una mano que te saluda con sus dedos...

Black Swan dijo...

El problema es que no lo encuentro, y los que estaban ya se fueron.

Siboney dijo...

Si te consuela no eres el único que vuela con los brazos en alto como aspas abiertos (esperando-buscando abrazo) por los infinitos mares del globo terraqueo...
si te consuela

(pero ya se sabe mal de muchos consuelo de bobos ;P)

POr lo menos aun tenemos brazos que alzar (yo antes estuve mutilada) (pero de repente volvieron a surgir, regeneración, como una piel de serpiente, nueva)