
Hace tiempo abandoné mi cuarto para planear sobre el tuyo.
Fueron tiempos duros de guerras verbales hacia nuestro pasado. Miedo de película de serie B a nuestro futuro más cercano. No sé si fue justo aquella palabra, o esa actuación espontánea que va marcando tendencias sobre mi personalidad. No sé si es lo justo, no señor… Pero sí supe desde el principio que era lo correcto y lo que yo pensaba y todo lo que podía acaecer.
Las guerras suelen teñir el suelo de cadáveres y de almas en pena vagando por los campos de batalla y sé que tú aún disparándome con tu fusil y de enterrarme en vida, no vagué tanto tiempo como tú crees entre las trincheras tuyas y supe cortar las alambradas regalándote olvido.
Hace tiempo que planté un nuevo nido para dejar de planear sobre el tuyo.
Fueron tiempos duros donde hice la paz conmigo mismo y solamente tuve miedo a los que venían a consumir mi alma con sus problemas egoístas y de la gente que usa sus monólogos acallando al resto. No sé si fue justo que te cortara en tu gran interpretación de Escarlata O'Hara para encenderme un cigarro, darme la vuelta y cerrar tu puerta de un golpe. No supe que por aquél entonces era lo correcto, ni si quiera que me iba a deparar.
La paz es lo que tiene, que a veces se olvidan a los muertos y todas esas almas en pena que viajan vagando en cuerpos llenos de llagas y con la garganta resquebrajada por culpa de los sollozos. Entonces lo único que se recuerda es el terreno conquistado o como en mi caso: un terreno bien defendido a favor de mi sanidad.
Son los daños colaterales, dicen. Yo digo que son gente que nos impone el destino para que nos aprendamos bien el guión a base de palos.