viernes, mayo 19, 2006

Un simple error

Un simple error no fue que corriera detrás de ti por los campos de la casa de tu tío en aquél verano del 96.

No fue en error que entre risas, el césped recién regado nos dejaba de recuerdo unas gotas de agua en los tobillos.

No fue un error que el aire agitaba el césped y tu pelo le acompañaba al mismo compás, mientras tus pies se quedaban en el aire con tus zancadas de piernas cortas.

Tampoco lo fue que te dejaras caer para que te atrapara, y en el suelo, me subía encima de ti y te colocaba una amapola en tu oreja mientras te recogía el pelo.

No fue un simple error que entonces se encendiera aquella chispa en nuestros ojos, y revoloteaba la complicidad.

Nos sonreíamos, al mismo son, se nos llenaban de lágrimas nuestros ojos por culpa de la felicidad, y girábamos por el suelo hasta dejar nuestra ropa en verde.

Tampoco fue simple error que te regalara para tu cumpleaños ese vestidito blanco con tirantes, con flores en tonos ocres estampadas. Qué bonito te quedaba con esa diadema que te regaló tu madre cuando solamente eras una adolescente…

El error es que como tu vestido y tu diadema se te quedaron pequeños, como mi amor.

El error simple y sin más vuelta de hoja es que el césped ya no se riega y ya no mancha.

Si arranqué esa amapola se te secó, y ya no la metimos en un vaso de agua.

El gran error es que a pesar de todo aún te quiero, joder.

2 comentarios:

Perséfone dijo...

¿De este tipo de errores también se aprende?

Muy bueno, si señor.

Anónimo dijo...

This site is one of the best I have ever seen, wish I had one like this.
»